Cascadas y naturaleza salvaje: el recorrido oculto de Girona que pocos conocen


En el corazón de la provincia de Girona, existe un recorrido oculto que invita a descubrir una de las joyas naturales más sorprendentes de Catalunya. Este rincón, rodeado de acantilados y vegetación exuberante, parece sacado de un cuento. Quienes lo visitan aseguran que es uno de esos lugares donde el tiempo se detiene y la naturaleza cobra una fuerza hipnótica.

Este recorrido oculto de Girona atraviesa la comarca de la Alta Garrotxa, un espacio protegido de gran valor ecológico y paisajístico. Allí, el Gorg Blau de Sant Aniol d’Aguja aparece como una piscina natural de aguas turquesas, escondida entre montañas de piedra caliza. Su nombre, que significa literalmente “charco azul”, describe a la perfección el color intenso y transparente que cautiva a quienes llegan hasta allí.

No se trata de un sitio de fácil acceso, y quizá por eso conserva intacta su magia. La ruta hacia el Gorg Blau combina naturaleza salvaje, historia y una dosis justa de aventura. Es una experiencia que conecta al visitante con lo esencial: el sonido del agua, el frescor del bosque y la sensación de estar lejos de todo.

Además, este recorrido guarda un valor añadido: su entorno histórico. A lo largo del camino se descubre la ermita románica de Sant Aniol d’Aguja, un vestigio del siglo XII que fue refugio de monjes y peregrinos, y que hoy se integra en perfecta armonía con el paisaje.

El itinerario comienza en Sadernes, una pequeña aldea del municipio de Sales de Llierca. Desde allí, el sendero sigue el curso de la riera de Sant Aniol, atravesando puentes de piedra y senderos que serpentean entre robles, encinas y hayas. Es un camino de unos 7 kilómetros, de dificultad moderada, que puede completarse en unas 2 o 3 horas según el ritmo y las paradas.

Durante gran parte del trayecto, el agua es compañera constante. En algunos puntos del año, especialmente tras lluvias intensas, puede ser necesario vadear la riera, lo que añade un toque aventurero a la experiencia. Por eso, se recomienda llevar calzado antideslizante, agua y algo de comida ligera.

El camino está perfectamente señalizado y protegido, ya que el acceso en vehículo está restringido para preservar la biodiversidad de la zona. Solo se permite llegar en auto hasta Sadernes; a partir de allí, se debe continuar a pie o en bicicleta de montaña. Este control ha permitido mantener intacto el entorno, evitando el impacto del turismo masivo.

Tras unos seis kilómetros de caminata, el visitante llega a la ermita de Sant Aniol d’Aguja, ubicada en un claro rodeado de montañas. Es el sitio perfecto para descansar, disfrutar de un picnic o simplemente escuchar el murmullo del viento entre los árboles antes de emprender la última subida hacia el Gorg Blau.

El último tramo del sendero asciende suavemente hasta revelar la joya del recorrido: el Gorg Blau, una poza de color turquesa alimentada por una cascada que cae desde la roca. En verano, muchos viajeros se animan a un baño refrescante en sus aguas frías y cristalinas, un privilegio reservado para quienes completan la travesía.

La combinación de luz, agua y vegetación crea una postal inolvidable. No es raro ver a fotógrafos o excursionistas contemplando el paisaje en silencio, hipnotizados por la perfección natural del lugar. Este rincón es también un refugio de biodiversidad: en la zona habitan truchas, salamandras y aves rapaces que encuentran allí un hábitat ideal.

Fuente: www.clarin.com

Artículos Relacionados

Volver al botón superior